Invierno

Cinco consejos para tener una piel radiante a partir de los 50

Cinco consejos para tener una piel radiante a partir de los 50 A partir de los 50, con los cambios hormonales que sufre la mujer, es normal que la piel esté más seca. A partir de los 50, con los cambios hormonales que sufre la mujer, es normal que la piel esté más seca. En el rostro, pueden marcarse más las arrugas, la flacidez o las manchas. Pero las pieles maduras bien cuidadas continuarán estando radiantes. Se puede tener una piel bonita a cualquier edad, si se cuida a diario con tres pasos básicos: limpieza por la mañana y por la noche, hidratación y protección solar todo el año. Recomienda 5 consejos más. 1. Personalizar la rutina. Cada piel es única y por eso es esencial darle lo que necesita. Envejecemos de forma diferente: manchas, pérdida de hidratación, arrugas, ojeras, flacidez, poros dilatados… Por eso, aconsejo visitar a un profesional que analice el estado de la piel y sus necesidades para encontrar la mejor rutina de cuidados. Un ritual personalizado es más eficaz y ayuda a que la piel tenga un aspecto saludable, sin importar la edad. Hay que tener en cuenta que, además, con el paso del tiempo las necesidades de la piel cambian y la rutina debe adecuarse a estos cambios. 2. Aplicar un antioxidante todas las mañanas. Sabemos que el 80% del envejecimiento cutáneo se debe al exposoma (factores internos y externos que provocan el envejecimiento de la piel por oxidación. Los principales factores son la radiación UV, la contaminación, el tabaco, el estrés, la dieta, la falta de sueño…). Para frenar la acción de los radicales libres que envejecen la piel necesitamos usar antioxidantes como la vitamina C, la vitamina E, el ácido ferúlico, la niacinamida o la melatonina. Los antioxidantes previenen el envejecimiento prematuro de la piel, ya que impiden la producción de radicales libres y evitan su daño, además, poseen acción antiinflamatoria, incrementan la síntesis del colágeno y en el caso de la vitamina C es despigmentante. A partir de los 50, con los cambios hormonales que sufre la mujer, es normal que la piel esté más seca 3. Reducir la ingesta de azúcar. Una dieta variada y equilibrada, rica en frutas, verduras, cereales, legumbres, pescado… es esencial para mantener la buena salud de la piel. Además, conviene limitar ciertos alimentos como el azúcar y las grasas saturadas, si queremos retrasar el envejecimiento cutáneo. Diversos estudios sostienen que estos provocan la glicación, una reacción química que acelera el envejecimiento cutáneo por el daño oxidativo, la inflamación y la aceleración de la pérdida de colágeno y elastina. Hay que tener especial cuidado con los azúcares ocultos y añadidos en muchos alimentos y bebidas como zumos de frutas, refrescos, cereales azucarados, helados, embutidos… así como con los alimentos procesados y ultraprocesados. 4. Realizar una limpieza profunda 1 vez a la semana. Es aconsejable dedicar un cuidado más profundo una o dos noches a la semana. Esto marcará una gran diferencia en el estado de la piel, ayudando a prolongar su juventud, evitando las arrugas, las manchas, la deshidratación… Para ello es esencial elegir productos adecuados a cada tipo de piel. Las opciones son infinitas: limpieza con un dispositivo electrónico, exfoliantes y peelings mecánicos, químicos o enzimáticos, mascarillas… La clave del éxito de esta rutina es ser constante y usar un producto efectivo. 5. Cuidar el cuello y el escote. La cara acaba en el escote y deberíamos cuidar esa piel de igual forma, incluyendo el cuello. Se trata de dos zonas que solemos olvidar y que a partir de los 50 o incluso antes presentan signos de envejecimiento como arrugas, deshidratación, flacidez o manchas. Aconsejamos cuidar el cuello y el escote igual que el rostro, es decir, limpieza diaria, mañana y noche, hidratación, protección solar sobre todo cuando está expuesto, exfoliación, etc. También podemos incorporar cuidados específicos para el cuello y escote.

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Alimentos para consumir en el invierno

Una alimentación saludable y equilibrada puede ayudar a nuestro sistema inmunológico los meses más fríos del año. Con el frío las defensas bajan y nuestro sistema inmunológico se debilita. Por esta razón, durante esta época del año debemos potenciarlas a toda costa para no quedar expuestos y combatir virus y bacterias que amenazan a nuestro organismo; solo así, podremos evitar resfriados, gripes y otras enfermedades típicas de esta estación. En este sentido, una buena manera de reforzar el sistema inmunológico, el que nos protege ante posibles enfermedades e infecciones, es mejorando la alimentación. Debemos seguir una dieta sana y equilibrada y llevar a cabo actividad física de forma regular y evitar hábitos tóxicos para poder gozar de un estado de salud óptimo, aunque las características particulares de cada individuo pueden influir.  Además, hay alimentos en especial que nos ayudarán mucho en este tema y que no debemos olvidarnos, sobre todo, en invierno. Una buena manera de reforzar el sistema inmunológico, el que nos protege ante posibles enfermedades e infecciones, es mejorando la alimentación ¿Quieres saber cuáles son?. 1. Verdura. Las verduras típicas de esta época del año son las espinacas, acelgas, col, brócoli, coliflor, rábano, puerro y alcachofa. El ajo y la cebolla son también importantes en nuestra dieta ya que tienen un componente antiviral y antibacteriano que nos protege de las infecciones. La zanahoria tampoco la debemos olvidar ya que es rica en betacaroteno, una sustancia que en el interior de nuestro cuerpo se transforma en vitamina A, vitamina esencial para mantener las mucosas en buen estado. 2. Legumbres. Una buena opción pueden ser las lentejas y los garbanzos pero también las habas y guisantes. Las legumbres son una fuente natural de fibra natural rica en proteínas de origen vegetal, por lo que es importante darles la relevancia que se merecen durante todo el año aunque apetezcan más en invierno. Además, con este grupo alimenticio podemos ser muy creativos si mezclamos legumbres con otros alimentos más atractivos como almejas, por ejemplo. 3. Caldo. Un caldo natural ayuda a la hidratación en una época del año donde la sensación de sed disminuye. Además, el caldo nos aporta muchos nutrientes. Hay alimentos en especial que nos ayudarán mucho en este tema y que no debemos olvidarnos, sobre todo, en invierno 4. Pescado. El salmón o el atún son buenas opciones ya que contienen vitamina D. 5. Huevos. Los huevos contienen minerales esenciales para nuestras defensas: zinc y selenio. Además, son muy ricos en vitaminas, proteínas y ácidos grasos. Es importante contar con ellos para prevenir infecciones. 6. Jengibre. Es un alimento conocido por sus propiedades medicinales. Ayuda al sistema digestivo, circulatorio y combate los virus y bacterias dañinos ya que contiene potasio, niacina y vitamina C. Ideal para los constipados. 7. Fruta. Las naranjas y las mandarinas deberían ser un básico en invierno, dado que son frutas cítricas de temporada que tienen un alto contenido en Vitamina C. Durante el invierno también pueden ayudarnos los kiwis, piña y las fresas. 8. Frutos secos. Almendras, avellanas, nueces o anacardos pueden ser un gran complemento durante esta época del año, pero hay que controlar las cantidades. 9. Alimentos fermentados. Contienen probióticos y estos nos ayudan a potenciar el buen crecimiento de la flora bacteriana provocando efectos beneficiosos en el sistema digestivo e inmunitario. En este grupo de alimentos encontramos el yogur o el queso.

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Enfermedades del invierno

Durante los meses fríos, las enfermedades más frecuentes son del tipo respiratorio ya que, las bajas temperaturas, condiciones ambientales como el encierro, la mayor cercanía física y la falta de ventilación de los ambientes (contaminación intradomiciliaria) que facilitan la transmisión de diversos virus. La población más afectada en esta época son los niños menores de 5 años, quiénes corren el riesgo de caer rápidamente en dificultades respiratorias serias y los adultos mayores, especialmente si tienen otras enfermedades crónicas, que necesitan más cuidados para evitar caer en efectos colaterales. Resfrío El resfrío es la enfermedad más común en la época de invierno, pero, si no se toman las precauciones necesarias, ésta podría convertirse en un problema mayor. Los síntomas son la congestión nasal, tos, estornudos, dolor de garganta y en algunos casos puede aparecer fiebre baja. El tratamiento para el resfrío es permanecer en reposo y evitar los cambios de temperatura. Su duración es de 3 a 5 días. Gripe o Influenza La gripe cuenta con síntomas similares al resfrío, pero con una intensidad mayor. Esta patología, proviene del virus de la influenza, el cual aparece de manera repentina, con fiebre 38° o más, dolor de cabeza, frecuente dolor muscular, agotamiento general, dolor de garganta, disminución del apetito y es característico una gran sensación de postración que obliga al enfermo estar espontáneamente en reposo. El problema de esta patología, es que si no se toman las medidas oportunas y no se hace el tratamiento indicado, esta puede complicarse y requerir hospitalización, llegando a provocar incluso la muerte, especialmente en los enfermos crónicos, en recién nacidos o ancianos. El tratamiento de esta enfermedad, requiere que la persona mantenga reposo en cama y una abundante ingesta de líquido. En cuanto a los síntomas como inflamación, fiebre y dolor, pueden ser controlados con fármacos indicados por el médico tratante. Faringitis Esta patología es provocada por una inflamación de la faringe o la garganta, produciendo un fuerte dolor en la zona, la cual se caracteriza por el enrojecimiento e hinchazón. Es provocada en el 80% por virus, aunque también puede producirse por medio de bacterias. Los principales síntomas son un intenso dolor de garganta, fiebre, ganglios linfáticos del cuello inflamados, dolores de cabeza, musculares y articulares. Para la faringitis, no existe un tratamiento específico, pero guardar reposo, ingerir una gran cantidad de líquido y consumir analgésicos para calmar los dolores y la fiebre, ayudarán a mejorarse. Bronquitis La bronquitis es la inflamación de la pared interna de los bronquios, que son los conductos por los que circula el aire para llegar a la parte más profunda del pulmón, que es en donde se genera el intercambio de oxígeno entre el pulmón y la sangre. Entre los síntomas que presenta esta patología, está la tos persistente con flema, fiebre, cansancio, decaimiento, dolor en el pecho e incluso dificultad para respirar. Para combatir este malestar a veces es necesario ingerir antibióticos y medicamentos broncodilatadores que contribuyen a relajar y abrir las vías aéreas en los pulmones. Neumonía Es una inflamación total o parcial del pulmón causada por una infección viral, bacteriana y menos frecuentemente por otros agentes como hongos, aunque en el 40% de las veces las neumonías tienen orígenes desconocidos. Fiebre, escalofríos, sudoración, tos con flema, dolor torácico que aumenta al respirar o toser, dolor de cabeza, musculares y articulares, falta de apetito, debilidad y en algunos casos disnea (dificultad para respirar) son los síntomas de esta enfermedad. La neumonía se confirma, en la mayoría de los casos, con una radiografía de tórax y el tratamiento consiste en la administración de antibióticos y en los casos graves que requieren hospitalización, los medicamentos se administran por vía endovenosa aunque hay un porcentaje importante que puede ser tratado ambulatoriamente con medicamentos orales.

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